the poetry of confusion
aletargado, como de costumbre, me despierto y me digo “mierda”. de repente lúcido, y de repente desesperado. tengo una cita con hélène y con mi pana andrea, que está de visita de berlín, y una vez más he valido pinga y me he despertado muy tarde. son, según lo que me dice mi celular, las cinco... ¿cómo es posible?, me pregunto yo, claro, mientras me levanto apurado, porque si no recuerdo mal me fui a dormir ayer a eso de la una, o sea en plan tranquilo. ¿estoy tan cansado por los últimos días? ¿me hacen falta vitaminas?
apurándome porque estoy tarde, horas tarde, qué sé yo, casi cinco horas tarde, llamo por teléfono al celular de hélène, que está apagado. me baño, intento llamar una vez más, y sigue apagado. ya listo, salgo de la casa corriendo, como si los veinte minutos que he ahorrado con mi apuro contaran ante las casi cinco horas de retraso. quedé con ellas a las doce, y ya son más de las cinco... ¿cómo es posible?
aclaremos: ayer, por cuestiones de la vida, chupé, y bastante, en la despedida de una amiga a quien voy a extrañar mucho, pero justamente chupé nada más hasta la medianoche, si acaso, y de ahí me fui a mi casa. o sea que qué coño pasa que me levanto recién a las cinco de la tarde. cabreado yo conmigo mismo. con qué cara ver a hélène y a andrea...
salgo de la casa, como ya dije, y me sorprende que el mundo esté tan callado. nadie en las calles, nada de pelados, que por lo demás abundan en el barrio marginal en el que vivo (a lo mejor un día escribo un post al respecto de dicha marginalidad). el kiosko en el que venden döner cerrado. wow. la primera vez que lo veo cerrado. sigo con total determinación, de todos modos, hacia la estación de tren, porque así sean cinco horas de retraso tengo que llegar a mi cita, de alguna manera, y me doy cuenta de que el kiosko de la estación también está cerrado.
es entonces cuando surge la pregunta elemental: ¿qué hora es?
son menos de las seis de la mañana, son apenas las cinco de la mañana, y yo ya viviendo el trip de quien va muy tarde... out of time man.
el soundtrack es emiliana torrini, su último álbum (fisherman’s woman), que no sólo es, según yo, uno de los mejores discos de lo que va del año, sino además el más persistente soundtrack of my life desde febrero o por ahí. ese disco me ha acompañado, ya, en muchas situaciones. ese disco es un buen amigo. ese disco me acompañó hoy en mi patética equivocación horaria...
y.... ¿ahora qué hago con tantas horas?
chaos (and that’s an order).
pd: por suerte salió el sol. o sea que toca asolearse.
4 comentarios:
Como dice tu ñaño citando creo que al australiano "chupa es buena". Esas son las consecuencias, no muy graves, felizmente. le le le
hace muuchos anos, me desperte a la hora habitual, a eso de las 6, me meti a la ducha, me puse el uniforme del isaac newton y solo ahi me di cuenta de que eran las 6 pm y me habia despertado de mi siesta de la tarde. que chuchaqui, pero si, a todos nos pasa...
me gusto mucho tu post,
maria (amiga de alfredo e ivan)
gracias por tu comentario, maría! será que te conozco (digamos, soy amigo de iván y alfredo desde hace mucho, pero también he estado mucho tiempo afuera...)?
por cierto que el hecho de que a todo el mundo le pase lo que me pasó el domingo no me quita del todo la sensación de haber sido especialmente idiota... tanto, que no sé por qué cuento esto aquí en el ciberespacio.
pero es que sí, chupa es buena...
chuta, si yo me pusiera a contar las veces que me levanto tarde... no, me temo que ahí sí que ya perdí hace tiempo la cuenta...
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